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Reflexiones de un evento sin final feliz
Por Camila Pelaez

En medio de lo que son tiempos confusos para todos, debido a un virus que navega sin rumbo ni fecha de expiración, vemos poco a poco los distintos comportamientos humanos. Como profesional del mundo de los eventos, veo con gran decepción y suma preocupación como colegas de la industria en un país del Caribe, decidieron llevar a cabo la semana pasada un evento social masivo con cientos de invitados provenientes de varios países.Lastimosamente, en ese evento no se tomaron en cuenta las múltiples precauciones dadas por las organizaciones de la salud a nivel global y se ignoró por completo la crisis de salud existente. El resultado de lo que sin duda debió ser una gran fiesta y no lo dudo que fue así, fueron múltiples casos innecesarios de personas infectadas por el COVID 19.Quisiéramos excusar a los organizadores culpando su posible ignorancia sobre la crisis que sucede a nivel mundial. Sin embargo, cualquier excusa pierde su validez, considerando el hecho de que estos eran tan conscientes que incluso incluyeron como parte de la celebración, una fiesta temática de muy mal gusto donde había gente disfrazada de enfermos, doctores y vacunas en forma de shots. Este comportamiento nos abre la puerta a mil preguntas sobre nuestra falta de solidaridad frente a estas situaciones. Deberíamos preguntarnos todos y no solo los organizadores de eventos sino cualquier profesional: ¿hasta qué punto llegamos por complacer a un cliente? ¿Debemos dejar atrás nuestros valores? ¿qué responsabilidad tenemos como organizadores a la hora de decidir si hacer o no un evento? bajo cuales condiciones es aceptable tomar un trabajo? ¿qué nos dice nuestro sentido común?Al ignorar todas las recomendaciones bajo la coyuntura global y noticias alrededor del mundo, exponiendo el bien común de un grupo masivo, nos hace pensar que pusieron por delante su beneficio propio bajo la única meta e interés de complacer a un gran cliente, sobre el bien de un país. Nosotros como profesionales estamos en la obligación moral de detener una situación que va en contra de nuestra ética. Incluso si esto implica que se pierda al cliente por no complacer un requerimiento como este. Bajo ningún escenario se puede excusar la burla que se hace sobre un tema tan grave que ha causado ya tantas víctimas y dolor a tantas personas, amigos y familiares. Esta es una invitación a todas las personas que trabajan con eventos, turismo y grupos masivos en general, a tomar consciencia de como un acto imprudente de la mano de un mal asesoramiento, puede terminar en fatales consecuencias. Sin lugar a duda, debe existir siempre un absoluto alineamiento en temas como lo son la seguridad y la coherencia del propósito del evento bajo todo tipo de situaciones. El sentido común es y será siempre nuestro mejor aliado en caso de duda.AUTORA: CAMILA PELAEZ

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