Voilá Buenos Aires: 7 palacios de “la París latinoamericana”

Por Micaela Vuletin

- hace 4 años

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Fueron construidos a comienzos del siglo XX, con modelos franceses. Todos guardan memorias. Y secretos.

Los interiores suelen deslumbrar. Pero alcanza con mirarlos desde afuera para “viajar” a Francia por un ratito. Y no sólo por las fachadas imponentes y armónicas. El Palacio Estrugamou, de Retiro, por ejemplo, guarda en el patio una escultura que evoca a la Victoria alada de Samotracia (190 a.C.), que atesora el Museo del Louvre -aunque esta figura esté sobre la proa de un barco-.

Alada. La escultura que se ve en el patio del Estrugamou. /Maxi Failla

Alada. La escultura que se ve en el patio del Estrugamou. /Maxi Failla

Pasaje a París. El Estrugamau, en Retiro. Tan grande que, si no se alza la vista, no se aprecia. / Maxi Failla.

Pasaje a París. El Estrugamau, en Retiro. Tan grande que, si no se alza la vista, no se aprecia. / Maxi Failla.

Claro que cuando uno entra en los palacios de "Buenos Aires, la París latinoamericana" -en visitas guiadas excepcionales, salvo que se los haya transformado en museos- puede trasladarse hasta allá incluso en el tiempo. Como encantado. El dorado y los caireles en el salón de baile del Palacio Ortiz Basualdo, sede de la Embajada de Francia desde 1939, son pasajes sin escala al de Versalles y a la vida opulenta en la corte de Luis XVI.

Es cierto que con la mansarda de ese edificio basta para evocar una tarde gris, coqueta pero más bohemia, a orillas del Sena. Pero el ex Ortiz Basualdo guarda, como la mayoría de sus parientes en la Ciudad de Buenos Aires, otras influencias de raíces europeas, menos obvias. "Escondidas". Tiene inspiraciones inglesas, como la rosa emblema de los Tudor que decora el techo de su Biblioteca. Y hasta tiene influencias escandinavas: el modelo de su comedor fue el del Palacio Real de Oslo, Noruega, construido en la primera mitad del siglo XIX.

Gran escalera. Del Palacio Bosch, durante una visita guiada en julio. / Fernando de la Orden

Gran escalera. Del Palacio Bosch, durante una visita guiada en julio. / Fernando de la Orden


Palacio Pereda. Es sede de la residencia del embajador de Brasil, en Arroyo 1130. Eventualmente abre al público./ Jorge Sánchez

Palacio Pereda. Es sede de la residencia del embajador de Brasil, en Arroyo 1130. Eventualmente abre al público./ Jorge Sánchez

Sucede que en los palacios porteños de las primeras décadas del siglo XX la combinación de estilos fue la regla. Otro ejemplo: el estanciero y médico Celedonio Pereda encargó el Palacio Pereda, hoy residencia del embajador de Brasil, con un modelo en mente: el Museo Jacquemart-André de París. Pero para emular los frescos que habían creado Tiépolo y sus hijos, contrató al español José María Sert, de quien había visto una muestra en el Museo Jeu de Paume.

Por dentro. Una de las salas del Lanús, sede de la Embajada de Polonia, en A. M. Aguado 2870. Los mármoles, de al menos seis canteras distintas, son un imán. / Maxi Failla

Por dentro. Una de las salas del Lanús, sede de la Embajada de Polonia, en A. M. Aguado 2870. Los mármoles, de al menos seis canteras distintas, son un imán. / Maxi Failla

Como sea, en la zona donde se codean las calles Alvear, Cerrito y Arroyo, y en Palermo Chico, otro de los rincones chic de Capital, no sólo hay palacios con este tipo de "secretos" sino también palacios "secretos" a secas. Entre estos últimos está el Palacio Lanús, sede de la Embajada de Polonia, que Clarín reseñó en esta nota GPS. Elegante y sobrio, fue construido en 1912 por el arquitecto porteño Eduardo María Lanús (1875-1940) -quien vivió allí- y por su socio Pablo Hary (1875-1946), según los planos que creó en Francia René Sergent, maestro del clasicismo.


Bienvenida. El ingreso al predio del ex Palacio Errázuriz, Hoy Museo Nacional de Arte Decorativo, en Libertador al 1900. / Archivo

Bienvenida. El ingreso al predio del ex Palacio Errázuriz, Hoy Museo Nacional de Arte Decorativo, en Libertador al 1900. / Archivo Clarín

Escalera. Tallada, en madera noble, impacta en una visita guiada por la Embajada de Francia. / Archivo Clarín

Escalera. Tallada, en madera noble, impacta en una visita guiada por la Embajada de Francia. / Archivo Clarín

Sergent marcó a la Buenos Aires rica y cosmopolita del Centenario aunque nunca la visitó. También diseñó desde allá, a la distancia, los palacios Bosch (residencia del embajador de Estados Unidos) y Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo), entre otras celebridades preciosas.

Conocidos y no tanto, todos los palacios de aquella época son una fiesta de arte. Y todos proponen un modo de visitar una Argentina que ya no existe. E igual sigue ahí.  

Fuente: Diario Clarín

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